En terapia Gestalt hablamos que el cambio de conciencia se da a través del “darse cuenta”, un proceso que es “aquí y ahora”, siempre cambiando, evolucionando y trascendiéndose a sí mismo.
Esta ampliación de la conciencia es gradual a medida que se avanza en la terapia gestáltica. Pueden diferenciarse cuatro etapas:
- Darse cuenta simple. La persona enfoca los problemas de su vida y pone conciencia en ellos.
- Darse cuenta del darse cuenta. Supone un nivel más afinado. La persona se da cuenta de lo que está evitando o se resiste a enfocar, de los sentimientos que se suceden en el aquí y ahora.
- Darse cuenta del carácter. En la medida que uno se percata de sus patrones de darse cuenta y de evitar, va tomando conciencia de la estructura global del carácter que lo sustenta.
- Mantener este darse cuenta en la vida diaria, no sólo en la terapia.
En el mantenerse presente, en el ahora, podemos atravesar esas emociones negativas dejándolas sentir. Al atravesarlas puede darse una transformación de las mismas, donde desaparece la emoción inicial o aparece una emoción positiva.
A través del cambio de conciencia que puede darse, dejamos de identificarnos con los mecanismos del ego y entra en acción el verdadero Maestro Interior.
En terapia Gestalt hablamos del “continuo emocional” o continuo de conciencia que trata de estar abierto a todo aquello que va surgiendo. Este “continuum” es requerido por el organismo para poder funcionar de acuerdo al principio gestáltico: siempre surgirá la situación inconclusa más importante y podrá entonces ser atendida. Cultivando y reforzando el autoapoyo.
Los TRES PRINCIPIOS gestálticos pueden resumirse:
- Valoración de la actualidad temporal , el darse cuenta.
- Valoración de la atención y aceptación de la experiencia.
- Valoración de la responsabilidad.
El aprender a celebrar la vida, cultivando el verdadero gozo que procede del alma y de un amor a la vida, en medio de la ALEGRÍA, la SERENIDAD y el BUEN HUMOR (tanto en las grandes como en las pequeñas cosas) nos permite, en cada instante, en medio del gozo, aproximarnos cada vez más AL MAESTRO QUE RESIDE EN NUESTRO CORAZÓN.